miércoles, 19 de enero de 2022

Un libro desconocido del Doctor en Agronomía Rafael Tobías Marquís Oropeza.

Freddy Jesus Angulo Lozada. freddyangulo1@hotmail.com En 1908 publica en la naciente República de Panamá el Doctor Rafael Tobías Marquís Oropeza (Carora,1882-Valera, Venezuela, 1922), un libro casi desconocido a pesar de su enorme y extraordinaria importancia epistémica. Se trata de la obra Algunas palmeras industriales de la flora istmeña, que fue el fruto de sus investigaciones cuando se desempeñaba como primer Director del Museo Nacional de Panamá. La importancia de esta Tesis Doctoral deriva de que fue escrita en castellano y no en inglés, el idioma dominante entonces y ahora en las investigaciones científicas. Dice Lidia Ponce de la Vega, de la Universidad Mc Gill de Canadá, experta y acuciosa en la búsqueda de descolonizaciones epistémicas, que Marquís Oropeza “Es un ejemplo único que contrarresta las tendencias centradas en Estados Unidos.” De 185 trabajos de investigación revisados por Ponce de la Vega, el trabajo de Marquís Oropeza es el único registro escrito en castellano y en donde la producción del conocimiento tuvo lugar en Panamá e independientemente de los Estados Unidos y Europa.  Además, este trabajo destaca la colaboración relacionada con la biodiversidad dentro del Sur Global, actuando además como un ejemplo de agencia epistémica en espacios no hegemónicos. Se trata de un ejemplo casi único de agencia epistémica en espacios no hegemónicos. Marquis Oropeza destaca como una rareza, un caso único de resistencia epistémica frente a la aplastante hegemonía estadounidense en los asuntos de investigación científica. Es posible que el Doctor en Agronomía venezolano haya sido influenciado entonces por el pensamiento del uruguayo José Enrique Rodó, quien en su Ariel, obra escrita en 1900 y que tuvo repercusiones continentales, mostraba su desconfianza ante la hegemonía utilitaria y positivista de los Estados Unidos. A pesar de que Marquís Oropeza se doctora en Ciencias de Agronomía en New York y que su libro está en manos del Jardín Botánico de Nueva York, el “filósofo, científico y agrónomo venezolano” y caroreño tuvo la enorme audacia de hacer de manera autónoma su investigación sobre la palmera istmeña, y que aun dominando la lengua de Shakespeare, expresa en castellano el fruto de sus investigaciones empíricas, lo cual es muy digno de exaltar. De este modo, este eminente caroreño, que fue discípulo del Dr. Ramón Pompilio Oropeza en el Colegio Federal Carora, y del agrónomo trujillano Enrique Luppi y su Instituto Agrario, se ha convertido en un adelantado de la independencia del conocimiento en América Latina. Y como si fuera poco, es un adelantado de la educación secundaria para la mujer al fundar el Liceo Contreras en 1914 en su ciudad natal del semiárido larense de Carora, recinto donde promocionó el feminismo en una sociedad altaneramente machista. Nos deja una extraordinaria revista femenil que habría impresionado a Simone de Beauveoir: Minerva, Revista Científico Literaria, uno de cuyos ejemplares atesoro en mi biblioteca de Cronista de Carora. En la cúspide de su brillante carrera científica en el Istmo, se viene a su tierra caroreña a sembrar conocimientos. Incomprendido por los godos de Carora, se retira desilusionado a la ciudad de Valera, estado Trujillo, en donde funda el Colegio de secundaria Padre Rosario y consigue la muerte precozmente a los 40 años de edad. Los venezolanos no hemos comprendido a cabalidad la gigantesca figura de este extraordinario hombre que fue Rafael Tobías Marquís Oropeza. Estamos a tiempo de reivindicar su memoria y para ello propongo que el núcleo de la Universidad Nacional Experimental Politécnica Antonio José de Sucre de Carora lleve su nombre. Referencias. Cortés Riera, Luis Eduardo. Del Colegio La Esperanza al Colegio Federal Carora, 1890-1937. Fondo Editorial de la Alcaldía del Municipio Torres, Fundación Buría. Carora, Barquisimeto, Venezuela, 1997. Cortés Riera, Luis Eduardo. El Doctor Rafael Tobías Marquís Oropeza, 1882-1922 Científico, educador y feminista caroreño. Diario El Impulso. Barquisimeto, Venezuela, 5 de abril de 2021. Moreno, Hiram A. 'Tras las elusivas huellas de Rafael Tobías Marquís Oropeza. El primer Director del Museo Nacional de Panamá. Canto Rodado, vol. 10, 2015, págs. 163–75. Ponce de la Vega, Nidia. La geopolítica de los metadatos: conociendo Panamá a través de la Biblioteca del Patrimonio de la Biodiversidad. Biodiversity Heritage Library.18 noviembre de 2021.

lunes, 17 de enero de 2022

La Helicobacter pylori, los yanomamis y la cultura de Occidente

¿Estás vivo o muerto? ¿No tienes nada en la cabeza? T. S. Eliot, La tierra baldía, 1922. Freddy Jesus Angulo Lozada freddyangulo1@hotmail.com I. Menos microrganismos. Hace 20 años fallece a los 78 años de edad, en Barquisimeto, Venezuela, mi padre, el docente y ecologista Expedito Cortés, víctima de una bacteria que se salió de control y que le provoca una úlcera estomacal que le condujo a un mortal shock séptico. Fue el 28 de mayo de 2001. Este mismo año y en curiosa coincidencia, el ganador, del Premio Nobel de Medicina fue el médico australiano doctor Barry J. Marshall, quien recibió este galardón por sus investigaciones sobre la hasta entonces misteriosa bacteria helicobacter pylori, microrganismo que acompaña a todos los seres humanos y animales en magnífica y muy útil simbiosis. Después de dos décadas del deceso de mi progenitor, me encuentro un interesante artículo de la BBC de Londres en internet, en donde se relata los fascinantes descubrimientos hechos por una investigadora venezolana, la microbióloga María Gloria Domínguez Bello, sobre la microbiota de los antiguos habitantes de sudamérica, los aborígenes yanomami, waraos, piaroas, yekwanas y guahibos, comunidades muy antiguas que llegaron desde el continente asiático hace unos 15.000 años, que se encuentran desperdigados entre Venezuela y Brasil, casi al margen de la orgullosa civilización de Occidente. Encuentra esta tenaz mujer, que estudió biología en la Universidad Simón Bolívar de Caracas y en Escocia, que las floras y faunas intestinales de estos primitivos habitantes de nuestras selvas tropicales es mucho más rica que la de nosotros, habitantes de las urbes llamadas civilizadas. Sus investigaciones tienen un rasgo que habría gustado sobremanera al filósofo de la ciencia Mario Bunge, pues se combinan en armoniosa síntesis ciencia natural de la biología y ciencia social de la antropología. Comenzaron a estudiar la dieta de etnias vecinas a Puerto Ayacucho, en el Estado Amazonas de Venezuela, para encontrar que tienen muchísimos parásitos en sus intestinos y sin embargo son completamente asintomáticos. Sorprendente. La evolución darwiniana nos dota de parásitos de todo tipo, solo que al salirse ellos de control devienen las enfermedades. Son millones de millones de virus que viven en nuestro interior y que nos ayudan a mantenernos vivos, es lo que la ciencia llama microbioma. Pero en vida citadina estos organismos han visto reducidas sus cantidades y calidades gracias a sulfas y antibióticos que nos suministramos casi sin control, y gracias a nuestra dieta rica en productos industriales refinados que poco contienen las protectoras fibras vegetales que los yanomamis ingieren durante todo el día. Las heces de estos primeros connacionales muestran que poseen una gran variedad de protozoarios en sus entrañas, pues consumen vegetales de sus jardines y comen bastante pescado de los ríos. No conocen Pepsicola ni Mc Donalds. Cuando estos aborígenes se trasladan a los barrios de las ciudades comienza la malnutrición y la pertinaz obesidad. Grasas, carbohidratos sin fibras, alcohol, hacen su mortal trabajo. Mientras que entre los yanomamis aislados hay casi el doble de diversidad bacteriana, en nosotros los metropolitanos ella se ha empobrecido hasta el límite. Sin agricultura y animales domésticos tienen los amerindios aislados mayor riqueza de bacterias y de parásitos intestinales. Domínguez Bello y sus colaboradores llegan a afirmar que los muy primitivos yanomamis albergan un microbioma con la mayor diversidad de bacterias y funciones genéticas jamás reportadas en un grupo humano. No conocen los antibióticos pero albergan bacterias que alojan genes funcionales de resistencia a los antibióticos naturales y sintéticos, sentencia la investigadora venezolana. La occidentalización es un proceso antimicrobiano que se nutre de los conservantes de los enlatados y gaseosas. Hay un aumento de enfermedades inmunes y metabólicas que están asociadas a los estilos de vida urbanos en una relación causal, dicen los investigadores venezolanos a la BBC. Nuestra agricultura moderna no es otra cosa que la sustitución de un ecosistema complejo por uno sencillo, simple. Decenas de variedades de maíz han desaparecido, a tal punto que causó sensación que se haya encontrado una variedad muy antigua de esta gramínea en un apartado rincón rural de México. Los agrotóxicos han hecho retroceder a las muy útiles abejas, insectos que son responsables de la polinización y consecuencialmente de la mayoría de la producción de los alimentos que consume la humanidad. Un pequeño país centroamericano, la muy culta y democrática Costa Rica, tiene un alarmante déficit de tales himenópteros y quizás llegue a la necesidad de importarlas a la brevedad. Inaudito. II. La cultura languidece. Toda esta dramática simplificación va más allá de lo meramente científico, pues entrevé una reflexión sobre nuestra cultura urbana, que se ha dado en llamar occidental. A mi modo de ver, y es mi modesta opinión, esta orgullosa y pedante cultura nuestra tiene un efecto empobrecedor y simplificante del mundo de lo social y de nuestras manifestaciones culturales. Estas ideas se me ocurren tras leer un interesante libro de Jack Goody El robo de la historia (Akal, 2011), así como el deslumbrante ensayo del Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa La civilización del espectáculo (Alfaguara, 2012). Todo indica que vamos en carrera desbocada hacia la banalización, lo trivial y lo insípido. Occidente se apropió de la cultura del oriente asiático, dice el antropólogo comparativista británico Jack Goody y la hizo aparecer, simplificándola, como propia. China es un país despótico, estático y atrasado dicen los europeos, como desconociendo los inmensos aportes que esta cultura al mundo: la brújula, el papel, la imprenta, la pólvora y el confucianismo. La ciencia china ha sido superior a la de occidente hasta el siglo XVI. La “alta cocina”, que ya existía en China, India y próximo oriente, y que no es exclusivamente francesa, como se cree, ha derivado ominosamente en los cubitos y sopas Maggie que horrorosamente homogenizan los sabores de la comida. Banalización y superficialidad de la cultura es signo de nuestros tiempos, afirma alarmado Mario Vargas Llosa. La democratización de la cultura ha significado su empobrecimiento y el retroceso de la cultura del libro. Somos consumidores de ilusiones dentro de lo que se ha llamado “cultura de masas” o cultura mainstream. Lo que busca esta cultura es divertir, hacer posible la evasión fácil, nace con el predominio de la imagen y el sonido sobre la palabra, y el proceso se ha acelerado con el uso de internet. La cerveza y los periódicos son enemigos de la cultura, escribió desolado Nietzsche a fines del siglo XIX. A quien escribe le produce enorme desazón que un autor de libros insípidos e intranscendentes como Paulo Coelho tenga muchísimos más compradores y lectores que el cubano Alejo Carpentier o un Jorge Luis Borges. Declina el ecosistema, se asola nuestra cultura. Es doble empobrecimiento, el del soma y el de la psiquis, que avanza, hasta ahora, fatal e inexorable y que nos conduce a la condición planetaria de una gigantesca Isla de Pascua global, así como a la terrible posibilidad que atisbó en 1922 el poeta estadounidense y británico T. S. Eliot: La tierra baldía. Estamos aún a tiempo de evitarlo. Pueblo Aparte, Carora, República Bolivariana de Venezuela, 17 de mayo de 2022.

Al Maestro Con Cariño

Pof. Freddy J. Angulo Lozada Al Maestro con Cariño
No sabría calcular, ni cuantificar el valor inmaterial humano y espiritual de estos seres de luz, que durante su paso transitorio por este suelo venezolano han marcado un hito histórico con su sabiduría y constancia, hoy por hoy se debe de reconocer sus esfuerzos incondicionales en la formación de los nuevos republicano, son los llamados a influir en lo cambio de la nación, según sea proceder con la mataría prominente como son los niños y jóvenes, que se encuentran bajo su tutela, fue Simón Bolívar el primer reconocedor de sus dos maestros insignes como es Don Simón Rodríguez y Don Andrés Bellos, el primero se hizo su más íntimo amigo espiritual en momentos de angustias, ya que Él lo expreso en unas de su cartas dirigidas al mimo diciendo cito: “¡Oh, mi maestro! ¡Oh, mi amigo! ¡Oh, mi Robinson, Usted en Colombia y Bogotá y nada que me ha dicho, nada me ha escrito, sin duda usted es el hombre más extraordinario”, escribiera Bolívar para este su admirado mentor en unas de sus tantas cartas. Me pregunto, cuántos de nosotros en algún momento de nuestra vida, no hemos tomado un poco de nuestro tiempo en recordar con cariño algunos de estos seres de luz para inmortalizar a estos educadores. Es un reto ser docente en Venezuela, esto se vuelve más difícil cada día. Las razones son muchas, pero muy en especial para los que laboran en organismos públicos, sin ningún menosprecio a las instituciones privadas. Muchos han dicho que el sueldo es mísero o como dicen algunos más criollamente ¡Pírrico¡ que no alcanza para nada, sin embargo para los que asumimos retos, escogemos esa Digna profesión continuando siempre adelante, sin mirar nunca hacia atrás, nuestro propósito, que no es otro que formar a la nueva mies que direccionaran en un nuevo fututo, no muy lejano el destino de esta gran nación. Ser un buen maestro con responsabilidad y sinceridad intachable es la meta a logar con el tiempo y la madures de conciencia, aunque la misión es complicada y ardua, se debe de sembrar esa pequeña semilla es nuestros estudiantes es esta tierras áridas, solanas y productivas, dándoles siempre a estos la inquietud para ser regadas cada días con frescos saberes y conocimientos, con aguas de amor y la paciencia de los hombres y mujeres que asumen loablemente este gran compromiso diariamente de formar y forjar a nuestros hijo, sin ninguna mezquindad. Además este desinterés debe nacer recíprocamente también en los padres y representantes o responsables de los niños y jóvenes, deben de sembrar a sus hijos el respeto y el amor hacia quienes cada día son los llamados, a recibir ese estimulo de confianza en las aulas, sin ningún tipo de interés de recibir nada a cambio de nada. Este desinterés en Venezuela no se debe de perderse en esta época rutinaria y monótona, debe de llegar hasta quienes de una u otra manera tienen en sus manos la decisión de enaltecer no solo el salario del docente Venezolano, sino también el respeto para quienes dejan en su hogar sus cargas y marchan incansablemente a esa ardua labor que es enseñar y dar amor a nuestros hijos. No es fortuita la tarea de todos en romper con los tristes paradigmas de quien escogió ser maestro, lo hizo sólo por motivo de no encontrar más que hacer, no tenemos que hacerlo con mística y clase, no olvidemos que somos un contracto en esta dura carrera que solo algunos podemos llegar a asumir con compromiso y convicción. Todos dudemos tener presente que, de no existir maestros, no existirían escuelas, liceos y universidades, y por lo tanto no habían quienes contribuyeran al país, que todos queremos para nosotros y las futuras generaciones. Oh, mi maestro! ¡Oh, mi amigo! ¡Oh, mi Robinson!, muchas gracias mi mentor por educarme.