lunes, 17 de enero de 2022

Al Maestro Con Cariño

Pof. Freddy J. Angulo Lozada Al Maestro con Cariño
No sabría calcular, ni cuantificar el valor inmaterial humano y espiritual de estos seres de luz, que durante su paso transitorio por este suelo venezolano han marcado un hito histórico con su sabiduría y constancia, hoy por hoy se debe de reconocer sus esfuerzos incondicionales en la formación de los nuevos republicano, son los llamados a influir en lo cambio de la nación, según sea proceder con la mataría prominente como son los niños y jóvenes, que se encuentran bajo su tutela, fue Simón Bolívar el primer reconocedor de sus dos maestros insignes como es Don Simón Rodríguez y Don Andrés Bellos, el primero se hizo su más íntimo amigo espiritual en momentos de angustias, ya que Él lo expreso en unas de su cartas dirigidas al mimo diciendo cito: “¡Oh, mi maestro! ¡Oh, mi amigo! ¡Oh, mi Robinson, Usted en Colombia y Bogotá y nada que me ha dicho, nada me ha escrito, sin duda usted es el hombre más extraordinario”, escribiera Bolívar para este su admirado mentor en unas de sus tantas cartas. Me pregunto, cuántos de nosotros en algún momento de nuestra vida, no hemos tomado un poco de nuestro tiempo en recordar con cariño algunos de estos seres de luz para inmortalizar a estos educadores. Es un reto ser docente en Venezuela, esto se vuelve más difícil cada día. Las razones son muchas, pero muy en especial para los que laboran en organismos públicos, sin ningún menosprecio a las instituciones privadas. Muchos han dicho que el sueldo es mísero o como dicen algunos más criollamente ¡Pírrico¡ que no alcanza para nada, sin embargo para los que asumimos retos, escogemos esa Digna profesión continuando siempre adelante, sin mirar nunca hacia atrás, nuestro propósito, que no es otro que formar a la nueva mies que direccionaran en un nuevo fututo, no muy lejano el destino de esta gran nación. Ser un buen maestro con responsabilidad y sinceridad intachable es la meta a logar con el tiempo y la madures de conciencia, aunque la misión es complicada y ardua, se debe de sembrar esa pequeña semilla es nuestros estudiantes es esta tierras áridas, solanas y productivas, dándoles siempre a estos la inquietud para ser regadas cada días con frescos saberes y conocimientos, con aguas de amor y la paciencia de los hombres y mujeres que asumen loablemente este gran compromiso diariamente de formar y forjar a nuestros hijo, sin ninguna mezquindad. Además este desinterés debe nacer recíprocamente también en los padres y representantes o responsables de los niños y jóvenes, deben de sembrar a sus hijos el respeto y el amor hacia quienes cada día son los llamados, a recibir ese estimulo de confianza en las aulas, sin ningún tipo de interés de recibir nada a cambio de nada. Este desinterés en Venezuela no se debe de perderse en esta época rutinaria y monótona, debe de llegar hasta quienes de una u otra manera tienen en sus manos la decisión de enaltecer no solo el salario del docente Venezolano, sino también el respeto para quienes dejan en su hogar sus cargas y marchan incansablemente a esa ardua labor que es enseñar y dar amor a nuestros hijos. No es fortuita la tarea de todos en romper con los tristes paradigmas de quien escogió ser maestro, lo hizo sólo por motivo de no encontrar más que hacer, no tenemos que hacerlo con mística y clase, no olvidemos que somos un contracto en esta dura carrera que solo algunos podemos llegar a asumir con compromiso y convicción. Todos dudemos tener presente que, de no existir maestros, no existirían escuelas, liceos y universidades, y por lo tanto no habían quienes contribuyeran al país, que todos queremos para nosotros y las futuras generaciones. Oh, mi maestro! ¡Oh, mi amigo! ¡Oh, mi Robinson!, muchas gracias mi mentor por educarme.

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